sábado, 20 de febrero de 2010

El paisaje haitiano que impacta a Bachelet

La tragedia de los niños haitianos

Hasta antes del terremoto, había 44 orfanatos en el país, pero tras el desastre el número ha aumentado. Visitamos los dos hogares donde padres chilenos han adoptados niños. Ambos lugares -sin luz, agua, ni energía- sobreviven de milagro.



A 40 días del sismo que dejo más de 200.000 muertos y un numero no establecido de desaparecidos, el ambiente es haitiano es sobrecogedor. Aunque los haitianos han vuelto a sonreír, los cadáveres siguen en la calle, no hay energía eléctrica y por la noche la única iluminación son la luna y las velas. Esta semana una lluvia tropical dejo en evidencia la mala calidad de las carpas donadas. Es parte del paisaje que recibe hoy a la presidenta de Chile Michelle Bachelet, durante sus 6 horas de visita y que espera al presidente de Brasil Inacio Lula da Silva el próximo 25 de febrero.

Por Carlos Saldibia


A 40 días del sismo que dejo más de 200.000 muertos y un numero no establecido de desaparecidos, el ambiente es haitiano es sobrecogedor. Aunque los haitianos han vuelto a sonreír, los cadáveres siguen en la calle, los médicos chilenos aun atienden fracturas expuestas, no hay energía eléctrica sin un generador a petróleo y por la noche la única iluminación son la luna y las velas, que comienzan a agotarse, al igual que los billetes de menos de 10 dólares, las carpas, los antibióticos y los antidiarreicos.

Ninguno de los latinos que llega a Haití en un cómodo avión militar, cree que ya han pasado 40 días del terremoto de 7,2 grados que azoto a Haití. Los pocos civiles que se atreven a recorrer a pie el centro de Puerto Príncipe, para comprar agua, y la zona cero de Carrefour afirman que les parece que el sismo fue recién: todavía hay cuerpos podridos que salen bajo los escombros, filas de 1000 personas para recibir una tarjeta de racionamiento de comida o comprar un celular con tarjeta local.

Las réplicas se suceden tres veces por semana, las carpas por doquier quedaron anegadas por la primera lluvia caribeña del pasado jueves y ese extraño olor a carne quemada y descompuesta, que golpea al pasar por sectores como el frontis de la Escuela República de Chile

Para llegar a Haití, como civil hay dos formas de hacerlo. Una es en un vuelo de militar, donde el Ministerio de Defensa decide de cada país cooperante quien sube, pero no la hora en que el vuelo aterriza, ya que el aeropuerto Tussaint Louverture es controlado por tropas de EEUU. Otra forma es tomar un vuelo comercial a Santo Domingo y luego un bus hasta Puerto Príncipe, que llega de noche y después de 10 horas por un camino de tierra, pero ya sin peligro de secuestro.

La noche haitiana es similar a las previas al 12 de enero pasado, aunque bajo una oscuridad total y sin extranjeros a la vista, sugestionados con que la restricción de movimiento para personal de la Minustah a las 22 horas es signo de peligro de secuestro y robos.

De día, se ve lo que el secretario general de la OEA José Miguel, Insulza, calificó de hecatombe. Largas filas para trámites por doquier, casas de sábanas, heridos y cadáveres tirados en el suelo que nadie recoge. Agua hay a granel, pero no llega en abundancia al epicentro, en Carrefour. “Agua hay bastante para el que tiene gourdas haitianas. El 11 de enero costaban 75 litros 1 dólar, hoy 25 litros un dólar”, señala Luque Deput., vendedor de un local en calle Delmas, a tres cuadras de la embajada de Chile. “Es cierto, el agua subió al triple”, confirma Sergio Castillo, uno de los chilenos civiles que trabajan en la Minustah, organización que es cada día mas cuestionada en Haití por diplomáticos, militares y ONGs.

Por la calle pasea a pie sin escolta alguna el representante de la OEA en Haití y ex asesor de Lula Da Silva, Ricardo Seitenfus. “Esto sigue terrible, hay muy mala distribución. Si alguna vez existió la Minustah, se derrumbo el día del terremoto, hoy no existe o no sirve. El 90 % de los gastos de seguridad de la ONU se va a seguridad y solo el 10 llega a los haitianos”, señala el diplomático brasileño.

Según la OEA hoy han llegado un número indeterminado de voluntarios y más de 1000 ONG. Entre ellos se destaca un grupo de paramédicos chilenos, uno de los pocos que ha llegado al lugar del epicentro en Carrefour. El grupo a cargo de Alicia Villalobos, un trabaja 14 horas al día, arribó 7 días después de la tragedia y recorrer en un “tap tap”, una camioneta haitiana cuyo pick up hace las veces de autobús, distintos puntos de Carrefour, donde las fracturas expuestas están aún por doquier al igual que las infecciones en amputaciones mal efectuadas y sin antibióticos.

Univision acompañó en moto a 4 enfermeros y dos médicos a un campo de desplazados en el sector de Carrifour en un carpa. El lugar es una tragedia griega. “Atendimos dos fracturas expuestas y varias infecciones en extremidades. Hay gente que por primera vez se atiende tras el terremoto. Hoy hemos atendido a 260 personas, pero hay 2000 esperando por atención”, señala el enfermero Max Uribe.

Fuera de la carpa, bajo 35 grados de sol, la gente grita para ser atendida primero. Dentro, bajo un calor mayor, una doctora que habla creole perfecto detiene a unas 80 personas que quieren entrara a la carpa. “Un momento por favor. Pónganse todos desde este punto para atrás. Estamos trabajando y atenderemos a la mayor cantidad de gente posible y volveremos mañana”, grita sin megáfono pero haciendo retroceder a la muchedumbre, la joven doctora Paz Letelier. Entre los ya 500 haitianos que esperan afuera se corre la voz de que mañana vuelven los medicos así que muchos se retiran del lugar

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